

El equivalente en Múnich del newyorkino Dean & DeLuca es el Alois Dallmayr, una tienda, café, restaurante que reúne una buena parte de las delicatesses del mundo y de la región bávara. Supera a la primera en su hermoso local (aunque no en variedad mundial de productos), Dallmayr es la mejor tienda gourmet de la ciudad. Está al mismo nivel que Fauchon en París, o que Fortnum & Mason en Londres. Esta tienda era la proveedora de la realeza bávara. Se trata de toda una institución en el Casco Antiguo, muy conocida por sus elaborados escaparates y deliciosos desayunos con champán en el café.
Puedo describirla como una antigua e inmensa tienda de luz cálida en el que se respira tradición: está abierta desde 1700
Posee diversas áreas en la que hallamos: fina chocolatería y bombonería de la casa, dulces y pasteles, una bodega de vinos y diversas bebidas alcohólicas y panadería. Una de las más lindas es en la que se vende café recién tostado, proveniente de todas partes del mundo, guardados en contenedores antiguos de porcelana, bellamente pintadas y, justo al frente queda el área de té.
En otra ala del Dallmayr se encuen- tran las frutas, quesos, embutidos, carnes, foie, junto a un mostrador en la que se venden canapés y comida para llevar o comer justo allí, en unas mesitas pequeñas, en la que uno se puede tomar una copita de vino y conversar, paladeando alguna de estas exquisiteces.
Arriba queda un gran café de decoración clásica en donde se puede comer o tomar un café y un postre, que no llegan al refinamiento de los franceses pero son ciertamente ricos. También tienen un área de restaurante y un área especial para comprar cigarros y habanos. Los precios dependen, claro está, de lo que compremos, pero tomar un café o un canapé no resulta costoso, igual que el resto de la ciudad. Los fines de semana suele estar tan a tope que resulta agobiante para muchos. Pero es el sitio ideal para rendirle culto al placer de comer y beber con 300 años de tradición respaldándolos.
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