Friday, August 29, 2008

TRAVESURAS DE LA NINA MALA de MARIO VARGAS LLOSA




El mismo título de la última novela de Mario Vargas Llosa da un buen indicio de lo que es: un libro malo que bien podria haberse titulado “Las divagaciones de la novela Mala”

Tipo de producto: Novela de una narración lineal y predecible, de entretenimiento light y pedestre.
Esta última novela de Mario Vargas Llosa, no me ha gustado, me ha chocado, no tanto por su argumento tragicómico (recordemos Pantaleón y las visitadoras o La tía Julia y el escribidor), sino porque su estilo narrativo en esta obra es mucho más convencional, y mas comercial. Esto no seria necesariamente malo si viniera de un pseudonarrador o de un autor menor, pero viniendo de Mario Vargas Llosa, molesta y decepciona.
En sus libros anteriores solia dejar fluir el texto narrativo y el diálogo en un solo plano, haciendo que el lector no interrumpiera su lectura para pasar al plano del directo, procurando, con este recurso, que el lector se sumerjiera en la historia hasta el punto de que la narración y el diálogo integrado en ella lo envolvieran como si se tratase de un testigo mudo, participante del relato. Desafortunadamente este estilo tan vargasllosiano no se encuentra aquí, en Travesuras de una niña mala.

Estructura de la novela: El libro se divide en siete capítulos, cada uno de los cuales tiene como escenario una gran ciudad con ciertas particularidades históricas: el París revolucionario sesentero, el Londres rompedor de prejuicios de los setenta, Tokio con toda la tecnología puesta al servicio del placer, Madrid con ese crisol de culturas y artistas que es Lavapiés, y entremezclado entre todos los escenarios históricos la historia reciente de Perú, desde los años 50 hasta el gobierno de Alan García que llega a 1990. Me causa mucha gracia las lecciones de historia socioeconómica peruana que pretende darnos y sobretodo las críticas que hacen evidente la consabida rivalidad política del gran escritor con el presidente Alan García).

El tema central es el amor obstinado y casi masoquista de un hombre aburrido y sin ambiciones, por una mujer inescrupulosa y escurridiza que entra y sale de su vida de maneras inverosimiles durante mas de 40 anos, los que van de la adolescencia temprana del personaje hasta la vejez. Cuarenta años, aproximadamente, en que Ricardo tiene dos obsesiones. una cumplida: vivir toda (o casi) toda su vida en París, y otra inalcanzable: “la niña mala” Que tal el apodito?

Protagonistas:

Ricardo: Un hombre esclavizado, no tanto por la niña mala, sino por sí mismo; es víctima de una obsesión en realidad vacía, inmotivada, turbia pero sobretodo insustancial. En el fondo no sabemos nunca por qué razón Ricardo amará toda su vida (intermitentemente, eso sí), a esta niña, joven, mujer madura, vieja, que se le va presentando siempre con una característica indiferencia hacia él, con un distanciamiento no disimulado, manipulándolo claramente y con un evidente desprecio hacia lo que él es y sobre todo, valorándolo (negativamente), por lo que no tiene: dinero, poder, glamour e incluso, crueldad.

La nina mala: Mujer supuestamente llena de energía interior, pero sin la menor carga de psicología que resulta irritnte, anda por la novela como personaje enloquecido sin llegar a ningún punto, es decir, un personaje que jamas seduce.
Apareció en la vida del protagonista cuando era niña (fingiendo ser chilena), a la que reencontró en París como proyecto de guerrillera, que fue después esposa de un funcionario de la UNESCO para más tarde asumir la identidad de mujer de un rico criador de caballos inglés, y que terminó siendo la prostituta y la mula de un gángster japonés que la maltrata espantosamente y la hace pasar por las aduanas de medio mundo llevando vaya usted a saber qué. A pesar de aparecer en toda la novela, no acaba de encarnarse ante mis ojos de lectora más que como un ente, una mitómana, una mujer sin hondura emocional que se pasea por Perú, París, Newmarket, Tokio, y Madrid para torturar a ese pobre muñeco o marioneta al que, significativamente, llama “pichiruchi”.

Estos tropezones amatorios presentan no sólo diálogos ataviados de frases entonadas, sino que están precedidos de una reiterada adjetivación: “niña mala”, niño bueno”, el famoso, vomitable y repetitivo “pichiruchi”, ex chilenita, ex guerrillera, ex Madame Arnoux, ex Mrs. Richardson, ex Kuriku” sinceramente provocan una patada en el estomago del lector. Para colmo las desapariciones de este personaje femenino no se aclaran en su integridad pero si ayudan a extender la necesaria amplitud discursiva, característica imperante en las publicaciones de la “prestigiosa” editorial española Alfaguara.

Personajes secundarios: Son esos amigos que a la postre, como sin querer, va encontrando Ricardito en su camino, cada uno de los cuales abandera una causa y una época: Paúl, el peruano revolucionario que conoció en París, y que años después murió en el intento de trasladar la revolución cubana a Perú; Juan Barreto, el hippy peruano de su etapa londinense, pintor de caballos de carreras y una de las primeras víctimas del emergente SIDA; Salomón Toledano, talentoso interprete, infantil, locuaz y a ratos torpe y grosero que acaba como un honorable samurai, suicidándose en Japón. Estos personajes secundarios tienen un ambiente específico y aparecen y desaparecen de una forma absurda por lo que no me llegan a parecer jamas de carne y hueso. Sus metamorfosis, que permanecen casi siempre a la vista y a la acción misma están metódicamente ligadas al escenario concreto donde ellos se encuentran, pues, siguiendo el designio del autor. Puros incidentes dispuestos para funcionar in situ y un cierre bastante definitivo. Y cuando ya creía que el autor había hecho una especie de conjuro para que todos estos personajes de su vida muriesen, aparece el alegre y optimista matrimonio formado por Simon y Elena Gravoski, que junto a su hijo adoptivo Yilal disque aportan un poco de optimismo a la vida gris de este hombre. Que bien no?, Para que sirvio ese episodio del niño mudo? No es acaso cursi, trapacero descuadrado y sentimentaloide? Seguro pretendia hacernos creer que la nina mala tenia su lado bueno y tierno, no? Perdon, pero no consigue convencer de la entidad de la niña mala, ahora convertida (eso sí, fugazmente), en la buena vecinita que juega al ajedrez con un traumatizado niño vietnamita. ?????


Es una historia facilona, que para colmo encierra una propuesta ideológica que me parece chata, poco matizada y muy tendensiosa. Con una fácil lectura por el uso de lenguaje sencillo, directo y totalmente explícito y mas en lo referente a los episodios que involucran sexo, el escritor lleva la temática de esta novela a un universo de casualidades que, hacen que su trama sea sumamente inverosímil, y en adición, poco convincente.
El problema de un argumento como éste es que a la segunda vez que la niña mala emprende el vuelo, metamorfoseándose después, ya sabes lo que va a ocurrir. Es un ave pasajera, es un camaleón. Aparecerá de nuevo en la vida de Ricardo en el momento menos esperado, asumiendo un nuevo aspecto, una lengua (de adopción) prestada, una identidad nueva, un nuevo amante, un nuevo nombre, y Ricardo volverá a caer en el lazo que le tiende, tropezando siempre con la misma piedra: la frialdad y la fugacidad del encuentro con la niña mala, el sufrimiento subsiguiente, la confirmación de que es ésta la esencia de su amor por ella: su transitoriedad, o mejor dicho su superficialidad.

Esta sarta de encuentros y desencuentros se tornan endebles y poco creíbles, por cuanto suponen reuniones casuales antes que acciones cotidianas.
En fin, una historia que acaba repitiendo hasta la náusea una situación básica: ella se irá para reaparecer transformada, mientras él la seguirá y se plegará a sus deseos con toda docilidad en medio de algún que otro exabrupto. Y seguiran las lineas unas tras otras para después situarse en un decrescendo de lectura ultrasencilla y aburrida, como una bebida ligera a la que le hubiera dado más cuerpo evitar tanto diminutivo, así como el uso abusivo de la palabra “pichiruchi.”

El gran problema es de que Travesuras de la Niña Mala no se sostiene a si misma. Las casualidades que van uniendo la vida de sus dos protagonistas, base en gran medida de la historia, nunca son creíbles y dejan huecos enormes. Y Don Mario siempre dijo que una de las características más importantes de una buena novela es la verosimilitud. El lector tiene que creer que es verdadero lo que le estás contando. Entonces? Por que? Por que esta sarta de idioteces inverosimiles?
Y notese que no es que lo inverosimil no pueda ser literatura ok? Lo que sucede es que debes ser muy grande como escritor para saber jugar con eso de lo increible. En nuestros dias, el genio, el gran senor que nos mete en un mundo donde lo más improbable y lo mas inverosimil se vuelve creíble es el maravilloso Paul Auster. Solo pero solo el, es quien en un mar de las más absurdas casualidades logra envolvernos y creerle sin robarle un apice de calidad literaria a sus escritos. Lamentablemente Vargas Llosa no lo logro en esta novela.

Para terminar, que tal la última parte de la historia? Agrega algo interesante que en un viaje a Perú, Ricardo por fin consiga establecer la verdadera identidad de la falsa chilenita y logre saber el verdadero nombre, o tal vez debo decir el nombre original, o el primer nombre de esta mujer? Y enseguida la historia de la destrucción de ese mito, que horror, es lastimosamente pedestre y previsible: el bueno de Ricardito se gasta todo lo que tiene en curar a la niña mala de las animaladas que le ha hecho el japonés, y ella, naturalmente, una vez curada, vuelve a irse. Enseguida viene ese laargo y aburrido epílogo (que comienza con la historia de Marcella) Tambien sin aportar nada profundo y substancial a la historia. Si; esa Marcella igual de fugaz y banal como la misma escritura actual de Vargas Llosa


Ambientacion: Ambientada en Paris y varias ciudades mas que con un fondo disque historico hecho a brochazos, y muy de acuerdo a sus preferencias politicas segun el nos pone al tanto de lo que sucedio en Paris en los 60’s o despues en Londres y luego nos da una catedra socio-economica del Perú de esa epoca a través de diversos personajes: Paúl, y especialmente el tío Ataúlfo.. Por lo tanto Vargas Llosa nos hace entrega de una novela no relacionada con la historia, si no con su memoria y su ideologia de ultraderechista.

El estilo que nos ofrece no es precisamente brillante. la visible abundancia de frases-cliché como “me dejó hecho una noche por muchos días”, “se dedicó a mí en cuerpo y alma” (p. 56), “ya se habría mandado mudar con la música a otra parte” (p. 167); “jugando de tú a tú con Yilal” (p. 232), “Se me quedó mirando con una carita de mosquita muerta” (p. 368). (Que sencillote se ha vuelto don Mario). Para colmo estas frases forman parte del vocabulario erótico de Ricardo, que ella, apropiadamente, llama “huachaferías”. Irreemplazable peruanismo que denota lo cursi, de mal gusto, ridículo por pretencioso. Caben, por lo tanto, dentro de diálogos de un heroe romantico escritos por un gran autor? Sobretodo cuando se supone que Ricardo, el exclusivo narrador de la novela, cuenta otras situaciones o describe ambientes cosmopolitas, traduce cuentos de Chejov, visita la casa de Kavafis en Egipto, etc, etc. Entonces si es un hecho de que es un hombre con claros intereses intelectuales y estéticos, nada “huachafos” por que pronuncia esas horrorosas frases? Alguien que me lo explique, es Ricardo un hombre sensible culto e intelectual o es un hombre mediocre e ignorante?

Lo que me pasó con este libro, es que muchas veces tuve que releer la portada para confirmarme que realmente era una novela de Vargas Llosa, lo juro! Estuve tan confundida, y me decia a mi misma, debo acaso de partir de la base de que Vargas Llosa sabe lo que hace? Sera posible que este icono del boom latinoamericano; ahora nos sale con este mamotreto best-sellero? ¿De verdad Vargas Llosa escribió esta novela rosa, predecible, melcochosa, tan hueca? Por que a mí no ha conseguido convencerme en ningún momento de que estoy leyendo la historia de un gran amor y de un gra autor?.

Creo que trabajo esta novela dentro de marcos más propios de las convenciones del relato tradicional, sin el efecto intensificador de los contactos entre dos o más madejas narrativas simultáneas: aquí todo marcha hacia adelante y viaja, acompañando a los protagonistas, pero sin cambiar de nivel; contemplamos los hechos siempre desde el mismo ángulo. Escritura digna de un pseudo-escritor de Hollywood, ya saben, el tipico escritor que se sabe de memoria la formula para atrer masas, que sirve a un publico mediocre, ignorante y holgazan para las lecturas profundas que lo hagan pensar. Un publico que demanda todo facil y breve, pero eso si, historietas con mucha emocion, y ademas con finales faciles rapidos y espectaculares. Ok, para ese publico escribe y sirve ahora en esta etapa de su vida Don Mario Vargas Llosa.
Pero bueno, la historia entretiene y se lee de un tirón (2 noches me tomo consumirla y digerirla; y si no se le pide más a un libro, cumple y estara dentro de la sección de baratijas del mercadillo Vargas Llosa.

Ya no me queda duda de que en un mundo globalizado, en donde lo más importante es vender, y que te lea un publico amplio aunque en su mayoria ignoranton, hasta los considerados grandes escritores sucumben ante las necesidades editoriales, de un mercado cada vez más competido. Ni hablar, la editorial Alfaguara ha venido a menos porque muy pronto sus intereses comerciales han sobrepasado los estándares de calidad, ahora cualquiera que sea uno de sus autores de cajón puede darse el lujo de entregar el primer voluminoso borrador mal hecho de una idea, y la editorial se encargará de tratar de convertirlo en un best-seller.

Lo que mas me apena es que con el tiempo, la literatura de Vargas Llosas se ha hecho más comercial, más cercana, digamos, a eso que llamán "lector común".
Tal vez haya ganado más lectores, pero su literatura ciertamente ha perdido en calidad si se compara con sus obras mayores.
¡Qué mal plan! Sobre todo para los lectores serios que sólo quedan cada vez más decepcionados.

Ultimo comentario: Los encuentros fortuitos de esta historia, los hemos encontrado antes en otras obras, obras de arte, como Rayuela (pero ¡qué diferencia!). También en el cine (L’ennui -1998-) trata de una historia muy similar). En Rayuela Julio Cortazar provoca que te enamores de la Maga y de Horacio, que vibres junto con ellos, junto con sus pensamientos, emociones y conflictos existenciales. Y que decir de una historia de amor que dura mas de 40 anos? Ya Garcia Marquez nos deleito en su momento con “El amor en los Tiempos del Colera” y lo hizo de una forma bellisima y convincente. Luego entonces, alguien que me explique, por que habra querido Vargas Llosa a estas alturas de su vida robar ideas y mal contarlas en una literatura tan pedestre?

Friday, August 8, 2008

COMIENDO EN MUNICH.



El equivalente en Múnich del newyorkino Dean & DeLuca es el Alois Dallmayr, una tienda, café, restaurante que reúne una buena parte de las delicatesses del mundo y de la región bávara. Supera a la primera en su hermoso local (aunque no en variedad mundial de productos), Dallmayr es la mejor tienda gourmet de la ciudad. Está al mismo nivel que Fauchon en París, o que Fortnum & Mason en Londres. Esta tienda era la proveedora de la realeza bávara. Se trata de toda una institución en el Casco Antiguo, muy conocida por sus elaborados escaparates y deliciosos desayunos con champán en el café.
Puedo describirla como una antigua e inmensa tienda de luz cálida en el que se respira tradición: está abierta desde 1700
Posee diversas áreas en la que hallamos: fina chocolatería y bombonería de la casa, dulces y pasteles, una bodega de vinos y diversas bebidas alcohólicas y panadería. Una de las más lindas es en la que se vende café recién tostado, proveniente de todas partes del mundo, guardados en contenedores antiguos de porcelana, bellamente pintadas y, justo al frente queda el área de té.
En otra ala del Dallmayr se encuen- tran las frutas, quesos, embutidos, carnes, foie, junto a un mostrador en la que se venden canapés y comida para llevar o comer justo allí, en unas mesitas pequeñas, en la que uno se puede tomar una copita de vino y conversar, paladeando alguna de estas exquisiteces.
Arriba queda un gran café de decoración clásica en donde se puede comer o tomar un café y un postre, que no llegan al refinamiento de los franceses pero son ciertamente ricos. También tienen un área de restaurante y un área especial para comprar cigarros y habanos. Los precios dependen, claro está, de lo que compremos, pero tomar un café o un canapé no resulta costoso, igual que el resto de la ciudad. Los fines de semana suele estar tan a tope que resulta agobiante para muchos. Pero es el sitio ideal para rendirle culto al placer de comer y beber con 300 años de tradición respaldándolos.